EDITORIAL: Comentarista convierte la tragedia en ideología y falta el respeto a Puerto Rico
En momentos de violencia y polarización, Puerto Rico necesita voces que unan y promuevan respeto, no que utilicen la tragedia como trinchera ideológica

Charlie Kirk. Foto: Redes sociales

Lo que debería ser un momento de reflexión y condena unánime a la violencia, la comentarista de noticias en las redes sociales, Sandra Rodríguez Cotto, lo convirtió en otro espectáculo de odio. En vez de reconocer que la vida humana tiene un valor sagrado —más allá de credos políticos—, utilizó la muerte de Charlie Kirk para atacar a los medios de comunicación en Puerto Rico que, simplemente, mostraron un mínimo de humanidad ante un vil asesinato.
Rodríguez Cotto, quien se describe como católica, dice “aborrecer la violencia”, pero en el mismo aliento denigra y ridiculiza a quienes expresan condolencias. Esa contradicción desnuda lo que realmente mueve sus palabras: la intolerancia y el fanatismo ideológico. Su mensaje no busca educar ni aportar al debate; busca silenciar a quienes no comulgan con su visión del mundo, convirtiendo la libertad de expresión en un privilegio exclusivo de su agenda.
Es legítimo tener diferencias con Charlie Kirk y cuestionar sus posturas políticas. Lo que no es aceptable es negar humanidad a su muerte o insultar a los que la reconocen. Al hacerlo, Rodríguez Cotto no solo falta el respeto a la familia de Kirk, sino también a miles de puertorriqueños que creen en la compasión como valor universal. Lo que ella presentó como análisis es, en realidad, un ejercicio de arrogancia moral que degrada el debate público.
Este episodio confirma un patrón: Sandra Rodríguez Cotto no se conforma con opinar; busca descalificar, censurar y convertir cualquier tema en un arma para dividir a la isla. Su desprecio por la pluralidad y su obsesión con atacar a otros comunicadores revelan una peligrosa tendencia autoritaria disfrazada de “diversidad”.

En momentos de violencia y polarización, Puerto Rico necesita voces que unan y promuevan respeto, no que utilicen la tragedia como trinchera ideológica. La conducta de Rodríguez Cotto es un recordatorio de lo que ocurre cuando el periodismo se prostituye a la militancia política: pierde credibilidad, pierde humanidad, y termina siendo parte del problema que tanto dice combatir.