Ronny Jarabo: El Parlamento como compromiso de vida

Ronny, gracias por la amistad y los consejos. Descansa en paz, presidente.

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Ronny Jarabo: El Parlamento como compromiso de vida

Representante Ramón Torres y José Ronaldo Jarabo. Foto: Suministrada

Foto del autor: Ramón  Torres
Por Ramón Torres 30 de junio de 2025 • 8:00 a. m. AST

Puerto Rico ha perdido a uno de sus grandes pensadores parlamentarios: José Ronaldo “Ronny” Jarabo Álvarez, expresidente de la Cámara de Representantes, legislador por dos décadas, maestro de oradores y defensor de las instituciones.

Quienes tuvimos el privilegio de conocer a Ronny sabemos que no era simplemente un político. Era un humanista en el más amplio sentido de la palabra. Creía en las ideas, en la fuerza del diálogo y en la dignidad de la función pública. Su paso por la Cámara de Representantes, que presidió en dos ocasiones (1985–1988 y 1989–1992), dejó un legado institucional que aún se siente: reglamentos robustos, respeto por el proceso legislativo, y una defensa férrea de la separación de poderes.

Ronny no concebía el debate sin profundidad. Citaba a Rousseau con la misma facilidad con la que hablaba de la historia del Partido Popular Democrático. Para él, la Cámara de Representantes no era solo un cuerpo legislativo: era un espacio de formación ciudadana, un instrumento para transformar al país desde el pensamiento, la ley y la palabra bien dicha.

La vida me llevo a coincidir con Ronny como asesores en el Senado de Puerto Rico. Cuando decidí aspirar a la Cámara de Representantes conversamos por horas. Hablamos del rol del legislador, de la historia parlamentaria de Puerto Rico, de los retos del momento, y del papel vital del Partido Popular Democrático en la defensa de nuestras instituciones. Pero más allá de las lecciones políticas, me dejó una enseñanza personal que nunca olvidaré: “No llegues allí para estar, llega para construir” me dijo. 

Hoy me toca despedirlo con el corazón apretado pero con la conciencia clara de que su ejemplo sigue presente. Su paso por la vida pública nos recordó que se puede ser firme sin arrogancia, apasionado sin fanatismo, elocuente sin ego. Y, sobre todo, que el servicio público sigue siendo una vocación sagrada cuando se ejerce con inteligencia, respeto y compromiso.

A su esposa, a su familia, y a todos los que lo quisieron, les expreso mi más profunda solidaridad. 

A ti, Ronny, gracias por la amistad y los consejos. Descansa en paz, presidente. Tu legado vive en cada uno de nosotros que creemos, como tú, en el poder de la institución de la Cámara de Representantes.

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