2026, el año de las grandes expectativas
“Cuando miremos hacia atrás, el 2025 quizá no será recordado como un año fácil, pero sí como el año en que se comenzó a enderezar el rumbo”


“2026, el año de las grandes expectativas” no es una frase vacía. Es la conclusión natural de un 2025 que retó al gobierno, exigió disciplina administrativa y obligó a ordenar prioridades. A treinta días y unas horas de que suene el último campanazo del año, Puerto Rico entra en una etapa en la que gracias a las decisiones firmes de la Gobernadora, por fin se vislumbra un camino más claro en energía, permisos, economía, reconstrucción y ejecución gubernamental. No ha sido un año sencillo, pero ha sido un año decisivo en el que la Gobernadra, Jenniffer González Colón, comenzó a corregir problemas que llevaban demasiado tiempo acumulándose sin dirección.
En materia de permisos, uno de los dolores de cabeza históricos del ciudadano, del inversionista y del pequeño empresario, el 2025 marcó un punto de inflexión. La Gobernadora decidió enfrentar el problema de raíz y exigir un rediseño administrativo que hoy ya se está viendo. Se han agilizado procesos, uniformado criterios y establecido un sentido de responsabilidad que hacía años no existía. Por primera vez se siente que los permisos no están atados a la suerte de quién atiende el caso, sino a un sistema que comienza a operar con criterios técnicos, tiempos más razonables y menos pasos innecesarios. Esa transformación es fundamental porque cualquier aspiración de desarrollo depende de que el gobierno pueda decir “sí” o “no” con claridad y rapidez, no con meses de silencio o incertidumbre. El 2026 será distinto precisamente porque los cimientos de ese cambio ya están colocados.
En energía, el 2025 fue un año de tensiones, interrupciones y frustración ciudadana. Pero también fue un año en el que, por primera vez en mucho tiempo, se tomaron decisiones concretas que ya están alterando el rumbo. La llegada de miles de kilovatios adicionales en capacidad de generación no ocurrió por inercia. Ocurrió porque en este gobiernohubo planificación, coordinación y voluntad política. Esa capacidad adicional ya se siente en la estabilidad del sistema y representa un giro significativo para un Puerto Rico que ha sufrido demasiado por un servicio inestable. Que en pleno 2025 se haya comenzado a ver un cambio real es evidencia de que, cuando hay disciplina y dirección, los resultados llegan. El 2026 será un año donde esa nueva energía, literal y figuradamente, debe comenzar a rendir beneficios tangibles para la ciudadanía.
Lo que distingue a este momento no es únicamente lo que se ha hecho, sino cómo se ha hecho. La Gobernadora ha insistido en una administración ordenada, seria y enfocada, aun en medio de controversias y presiones. Esa insistencia en disciplina administrativa ha permitido que, en lugar de un gobierno que reacciona al caos, tengamos un gobierno que planifica su respuesta y que ejecuta a pesar del ruido mediático. Un aparato gubernamental que comienza a alinearse en prioridades y que, en áreas críticas como infraestructura, seguridad y manejo de emergencias, ha mostrado mayor coherencia operativa.
Cuando miremos hacia atrás, el 2025 quizá no será recordado como un año fácil, pero sí como el año en que se comenzó a enderezar el rumbo. El año en que se ordenaron procesos, se hicieron ajustes duros, se tomaron decisiones enérgicas y se empezó a restaurar la capacidad del Estado para hacer su trabajo. Eso es importante, porque el desarrollo económico, la atracción de inversión, la estabilidad energética y la agilidad regulatoria no son productos del azar. Todo es el resultado directo de un gobierno que actúan con enfoque y con propósito.
El 2026, por tanto, llega cargado de expectativas. Expectativas razonables, fundamentadas y necesarias. Expectativas de un sistema energético más confiable. Expectativas de un sistema de permisos más justo y eficiente. Expectativas de un gobierno que continúa fortaleciendo su capacidad de ejecutar. Expectativas, en fin, de un Puerto Rico que por fin puede mirar hacia adelante con una sensación de dirección y no con incertidumbre.
Ese es el valor real de lo que se ha hecho en el 2025. No es solo lo que se corrigió, sino lo que se habilitó para el futuro. No se trata de prometer un 2026 perfecto, sino un 2026 posible. Un 2026 que empieza con bases sólidas y con un liderazgo que ha demostrado que, aun en tiempos difíciles, sabe organizar, decidir y avanzar.
Por eso, cuando llegue el último campanazo del 2025, no estaremos cerrando un año cualquiera. Estaremos abriendo un año que nace con expectativas legítimas. Esas expectativas, sin duda,son en buena medida, fruto de la disciplina, la claridad y la determinación con la que la Gobernadora ha guiado al Gobierno en uno de los periodos más retantes de los últimos tiempos. El 2026 será, sí, el año de las expectativas… pero también será el año de los resultados.


