Caballeroso… pero sin liderato
Los gestos de cortesía llaman la atención en una foto. El liderato político, en cambio, abre puertas donde las correlaciones de poder parecen cerradas

Comisionado Residente, Pablo José Hernández, y la gobernadora, Jenniffer González.

En política y en la vida, los gestos tienen valor. La imagen del comisionado residente Pablo José aguantando una sombrilla durante la presentación del proyecto para que Puerto Rico acceda al SNAP ha circulado ampliamente. Es, sin duda, un gesto caballeroso que conecta con las normas sociales más básicas de cortesía. Pero más allá del detalle pintoresco, corresponde preguntarnos, ¿qué dice ese gesto sobre el verdadero ejercicio del liderato?
La realidad es que el mandato de representar a Puerto Rico en el Congreso recae directamente en el Comisionado Residente. Es su deber presentar y defender medidas como la integración de Puerto Rico al programa de asistencia nutricional. Sin embargo, en este caso, para que el proyecto pudiera tener probabilidades de éxito, el Comisionado Residente necesitó la intervención decisiva de la Gobernadora Jenniffer González Colón. Fue su liderato, su credibilidad acumulada en el Congreso, y su capacidad de tender puentes en medio de una mayoría republicana, lo que permitió que la medida se presentara.
Aquí radica la diferencia esencial. Los gestos de cortesía llaman la atención en una foto. El liderato político, en cambio, abre puertas donde las correlaciones de poder parecen cerradas. El primero es un acto pasajero, mientras que el segundo es un ejercicio sostenido que requiere visión, respeto ganado y capacidad de influir en quienes tienen la decisión final.
Jenniffer González Colón ha demostrado, una vez más, que entiende las dinámicas reales de Washington. Mientras algunos se concentran en la anécdota de la sombrilla, la Gobernadora logró que se radicara un proyecto que atiende una de las desigualdades más graves que enfrentan los ciudadanos americanos en Puerto Rico. El discrimen en la asignación de fondos de asistencia alimentaria. Ese logro no se consigue con gestos, sino con liderato.
Al final, lo que queda claro es que Puerto Rico no puede depender de la cortesía para avanzar sus causas más urgentes. Necesita liderato. Si bien nadie cuestiona que el comisionado residente sepa mostrar gestos caballerosos, lo que está en juego requiere mucho más que eso. Se necesita carácter, experiencia y firmeza para abrir paso a nuestras prioridades en un Congreso donde la mayoría republicana impone retos particulares.
Cierto, caballeroso. Pero sin liderato. La pregunta que debemos hacernos es sencilla y contundente. ¿Qué necesita Puerto Rico, un caballero sin liderato o un líder capaz de abrir camino para nuestra gente?