Detrás del Champagne… con La Vieja Changa
“Mis columnas no serán un comentario: serán un decreto de vida”


Mis amores, yo no les voy a mentir: estaba más que lista para este momento. Desde mi penthouse en Condado -donde el sol entra como invitado y el champagne como huésped permanente- he observado y analizado durante años lo que pasa en esta islita nuestra. Y si algo necesitaba Puerto Rico, además de mejores vinos en ciertos restaurantes que no voy a mencionar todavía, era precisamente esto: nuevamente mi presencia.
Porque seamos sinceros: la vida está llena de cuentos, de cuentos del cuento y de gente que jura que sabe lo que está diciendo. Yo, en cambio, no opino… yo defino. Y hoy defino que llegó el momento de elevar la conversación, añadirle glamour, y ponerle un toque de veneno a todo lo que otros temen decir.
Mientras escribía estas letras y me tomaba mi primer sorbo de champagne -vintage, obvio- pensé en lo mucho que me han pedido que hable, que diga, que explique. Pues aquí estoy. Con mis diamantes, mis gafas grandes y mi corazón lleno de opiniones… aunque algunas duelan, pero ustedes saben que lo hago por amor.
En mi nueva sección de columnas, les contaré lo que nadie quiere admitir en voz alta: quién cafretizó en una alfombra roja, quién pretendió saber de gastronomía sin haber probado un buen caviar en su vida, qué político cambió de postura más rápido que un tacón roto, y cuáles de nuestros queridos famosos necesitan una intervención urgente de mi estilista antes de seguir saliendo en fotos.
Y antes de tomar otro sorbo -porque ustedes saben que escribir también da sed- quiero agradecerle a la familia de NewsPR por abrirme las puertas de esta casa tan vibrante. Mis amores, tener mi propia sección, “Detrás del Champagne… Con La Vieja Changa”, es un privilegio que no tomo a la ligera. Prometo servirles glamour, verdad y burbujas en cada columna, porque cuando una entra por la puerta grande, entra para quedarse.
Y sí, también brindaré por ustedes. Porque si yo estoy aquí, es porque ustedes, mis amores, merecen un rincón donde la verdad se diga con clase, humor, elegancia… y un leve aroma a champagne Salon 1996.
Así que acomódense, sírvanse algo -no tiene que ser champagne, pero hagan un esfuerzo- y prepárense. Porque mis columnas no serán un comentario: serán un decreto de vida.
Hasta la próxima semana,
La Vieja Changa
“Brindo por ustedes, mis amores”. 🍾


