El agradecimiento como punto de partida
“La actitud correcta para comenzar un buen año no está únicamente en lo que aspiramos lograr, sino en reconocer lo que ya hemos recibido“


Al finalizar un año, solemos mirar hacia adelante con listas de metas, resoluciones y planes. Queremos cambiar hábitos, corregir errores y alcanzar nuevos sueños. Sin embargo, pocas veces nos detenemos en lo más transformador y, paradójicamente, lo más sencillo: agradecer.
La actitud correcta para comenzar un buen año no está únicamente en lo que aspiramos lograr, sino en reconocer lo que ya hemos recibido.
El agradecimiento es un ejercicio de memoria y de humildad. Es mirar hacia atrás y darnos cuenta de que muchas de las cosas que hoy forman parte de nuestra vida alguna vez fueron solo un deseo, una oración silenciosa o una esperanza guardada en el corazón. Aquello que pedimos con fe, paciencia o incluso con lágrimas, hoy lo tenemos, aunque la rutina nos haya hecho perder la capacidad de asombro. A veces olvidamos que sobrevivir, resistir y mantenernos de pie ya es, en sí mismo, un motivo profundo de gratitud.
No todos los caminos han sido fáciles. Este año estuvo marcado por retos personales, pérdidas y decisiones difíciles. Aunque eventos inesperados que, en muchos casos, parecían sobrepasarnos llegaron, nunca perdimos la fe. A pesar de los retos como individuos y como pueblo, aquí estamos y hemos demostrado que podemos aprender a reinventarnos, a apoyarnos unos a otros y a seguir adelante aun cuando el panorama no era claro. Eso también merece ser reconocido y agradecido.
Comenzar un año con agradecimiento cambia la perspectiva. No niega las dificultades ni minimiza los problemas reales que enfrentamos como individuos y como comunidad, pero los coloca en su justa dimensión. Agradecer no es conformarse ni resignarse; es reconocer que, a pesar de todo, hemos sido sostenidos. Un pueblo que tiene a Dios como estandarte y al que no le falta la fe es la base para recibir lo bueno que está separado para nosotros. Esperar lo mejor es aceptar que hay procesos que toman tiempo y que la transformación, aunque a veces silenciosa, ya está en marcha.
Como comunidades, hemos enfrentado grandes desafíos: pobreza, desigualdad, cansancio social y una sensación, a veces, de desgaste. Aun así, también hemos sido testigos de gestos de solidaridad, de líderes comunitarios que no se rinden, de familias que se levantan cada día con dignidad y de ciudadanos que siguen creyendo en un futuro mejor. Cuando agradecemos, también honramos ese esfuerzo invisible que sostiene a nuestro pueblo.
El agradecimiento, además, nos invita a mirar al otro. Nos recuerda que no caminamos solos y que el verdadero progreso no se construye de manera individual, sino colectiva. Unirnos como comunidad es, quizás, una de las formas más auténticas de agradecer. Agradecer implica cuidar, planificar juntos, escucharnos y trabajar por lo bueno que queremos ver florecer. Es transformar la gratitud en acción concreta.
En un mundo donde el pesimismo parece contagioso y donde la queja constante amenaza con paralizarnos, elegir agradecer es un acto de valentía. Es decidir no vivir desde la carencia, sino desde la esperanza. Es afirmar que creemos que se acercan tiempos mejores, no por ingenuidad, sino porque ya hemos visto señales de cambio, porque sabemos que cada paso firme, por pequeño que parezca, suma.
El optimismo verdadero no ignora la realidad; la enfrenta con fe y responsabilidad. Cuando agradecemos, fortalecemos nuestra capacidad de planificar con visión, de sembrar con intención y de no rendirnos. Recordamos de dónde venimos y eso nos da claridad sobre hacia dónde vamos.
Elegir agradecer por los que están, por los que se quedaron, por las puertas abiertas, por la esperanza, y mirar al futuro con la decisión de ser feliz es un acto de rebeldía positiva.
Este cierre de año es una invitación a hacer una pausa y repasar lo bueno que tenemos, a valorar lo que hemos superado y a agradecer incluso por las lecciones difíciles que nos hicieron crecer. Que el agradecimiento, a Dios, a la vida, al amor a los demás y al que recibimos, no sea solo el cierre de este año, sino el fundamento sobre el cual, como individuos y como pueblo, se convierta en nuestro norte en el 2026.


