OpiniónColumna

El carácter no se exige, se demuestra

Vivimos tiempos en los que algunos confunden la arrogancia con liderato, y la autocelebración con gestión

Raúl Márquez
Por Raúl Márquez 23 de junio de 2025 • 6:44 a. m. AST
3 MIN
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Procuradora de las Mujeres, Astrid Piñeiro. Foto: Suministrada

En el servicio público abundan los títulos, las apariencias, los comunicados y las narrativas construidas para consumo mediático. Pero de vez en cuando, emerge una figura cuya sola presencia desarma los prejuicios, y cuya gestión silenciosa desmiente los rumores y supera las expectativas. El mejor ejemplo de esto es la Lcda. Astrid Piñeiro Vázquez, Procuradora de las Mujeres. Una funcionaria que ha convertido cada obstáculo personal en una oportunidad para afirmar su compromiso con el deber.

Al ser nominada por la Gobernadora, fue rechazada de inmediato por algunos sectores que la consideraban una figura desconocida o ajena a las luchas tradicionales por los derechos de la mujer, como si ese movimiento fuera propiedad exclusiva de uno o dos grupos. La subestimaron antes de escucharla, y la juzgaron sin observar su trabajo. Pero el carácter no siempre se impone con palabras; se demuestra con acciones. La Procuradora de las Mujeres es madre, enfrenta una lucha activa contra el cáncer, y aun así trabaja sin excusas, con firmeza y sin estridencias. Su adversidad no es argumento para detenerse ni justificación para ausentarse. Por el contrario, ha sido catalizadora de su entrega.

Desde su llegada, ha impulsado iniciativas de protección, prevención y educación que no han requerido titulares para ser efectivas. Ha restablecido puentes con otras agencias, reforzado alianzas con entidades comunitarias y mantenido la agenda de los derechos de las mujeres como prioridad, sin convertir la Oficina en una plataforma personal. Sin dudarlo, lo ha hecho con carácter, con serenidad para escuchar, pero con determinación para actuar.

Vivimos tiempos en los que algunos confunden la arrogancia con liderato, y la autocelebración con gestión. Por eso es importante destacar figuras como la suya. Porque su ejemplo recuerda que el servicio público no se mide por visibilidad, sino por impacto; no por la cantidad de expresiones, sino por la calidad de las decisiones.

A pesar de los retos de salud que enfrenta con valentía, la Procuradora no ha dejado de cumplir con cada una de sus responsabilidades. Lejos de reclamar consideraciones especiales, ha reforzado su presencia institucional con resultados concretos. Su temple ha sido evidente tanto en la administración interna de la Oficina como en la articulación de políticas públicas que colocan la seguridad y dignidad de la mujer en el centro de la gestión gubernamental.

El respaldo de la Gobernadora Jenniffer González a su designación no fue un salto al vacío. Fue una apuesta informada, consciente de que en ella había una líder con madurez emocional, integridad probada y la capacidad de ejercer el poder con humanidad. Su carácter, formación y trayectoria no eran desconocidos para la Gobernadora. Muy por el contrario, merece el crédito por haber identificado en la licenciada Piñeiro un diamante que para muchos pasaba inadvertido. Un crédito justo por ese ojo clínico para detectar el talento, incluso cuando aún no había sido expuesto públicamente. Esa confianza ha sido correspondida con responsabilidad y trabajo. El desempeño de la Procuradora confirma por qué la Gobernadora no titubeó al nombrarla. Sabía que tenía frente a sí a una mujer con temple, sentido del deber y la entereza necesaria para liderar sin excusas.

Astrid es una guerrera. Una mujer que no necesita defensas ajenas ni campañas de validación. Su hoja de servicio se construye día a día, en silencio, y con la firmeza de quien sabe que la función pública es un deber, no un privilegio. Cuando en una jurisdicción como la nuestra surgen funcionarias así, lo correcto es reconocerlas, no por complacencia, sino porque dignifican el estándar de lo que debe ser el servicio público moderno.

Ese tipo de nombramientos no solo fortalecen la gestión gubernamental, también elevan el ejemplo que se ofrece a nuestra ciudadanía. Porque el carácter verdadero no se grita, se demuestra.

RM

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