El Padre Tito
"Dios no pone a su hijo en vergüenza. La acción de arzobispo, pienso, se aleja de esa frase. Él sabía lo que estaba haciendo y lo que iba a provocar”.

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Padre Tito. Foto: Redes sociales
Hace unos meses, antes de ser diagnosticado con cáncer, reflexionaba con frecuencia la necesidad de hacer cambios en mi vida. Me refiero más a algo más espiritual. De niño, mi mamá y mis abuelos procuraban llevarnos a mí y a mi hermano a misa todos los domingos. Con el tiempo, ya en adultez, la frecuencia de visitas a la iglesia mermó.
Una vez salí de mi hospitalización el pasado mes de marzo, el domingo siguiente estaba en la primera misa dominical del Monseñor “Padre Tito” (Antonio José Vázquez) en la parroquia de Stella Maris. Nunca había entrado a esta iglesia y fue la primera vez que escuchaba al Padre Tito. Salimos de misa y tanto a mi esposa como a mí nos encantó la homilía del Padre. Desde entonces no he dejado de asistir a la iglesia. Como en todo, hay sacerdotes con los que uno logra conectar y prestar mayor atención que con otros, ya sea por su forma de sermonear, su energía, su vocabulario sencillo, entre otras. Así me pasó con el Padre Tito. La misma experiencia he tenido con el Monseñor Efraín Rodríguez, con el Padre Orlando Lugo y otros líderes religiosos.
Al culminar la misa, el Padre Tito esperaba en la salida de la iglesia para saludar a los parroquianos, pero en especial a los niños que asistían con sus padres, y a quienes obsequiaba dulces. El Padre Tito vá mas allá de oficiar misa, sino que busca que desde esa edad los niños vayan a misa. Sí, por supuesto que probablemente irán por los dulces, pero con algún interés hay que comenzar a provocarlos que vayan a la iglesia para que eso se convirtierta en un hábito según van creciendo. Que crezcan con, al menos, la noción de que Dios existe y que necesitamos aferrarnos a la Fe. Cuando crezcan pues decidirán si continúan o no, pero por algo sencillo se provocan en la niñez. Con esto el Padre Tito sigue el apostolado del Papa Francisco respecto a los niños, pensando en ellos, tomándolos en cuenta y dándoles importancia.
Lo primero que hizo el Padre Tito, cuando nos saludamos a la salida de la iglesia, fue darme su número de celular e indicarme que lo que necesitara, ya fuera una oración, hablar con él o lo que sea, lo llamara a cualquier hora. Y no es algo conmigo por ser yo. Por lo que he leído de escritos de otros feligreses, el Padre Tito es así con todos. Casi todas las mañanas, al levantarme a las 5:00, lo primero que tengo es un mensaje del Padre Tito con “¡Buenos Días!”, mensajes motivadores y/o la palabra de Dios. Hay personas con las que no necesitamos años para considerarlos amigos. Más que nuestro párroco o guía espiritual, considero al Padre Tito un amigo genuino.
El pasado domingo, cuando llego a la iglesia me topo con la noticia que el Padre Tito ha sido retirado de la parroquia por un asunto personal y del que no me voy a hacer eco por respeto a él y a la Iglesia. Deben haber leído ya al respecto.
Roberto González Nieves, arzobispo de San Juan y líder máximo de la Iglesia Católica en la isla, tomó la determinación de escribir una carta a toda la comunidad parroquial que inicia indicando “Les escribo esta carta con el corazón en la mano, con un corazón de padre y pastor, confiando en su buena voluntad.”. Añade que una comunicación de otro sacerdote lo pone al tanto de unas situaciones con el Padre Tito y que la misma se ha filtrado entre miembros de la comunidad.
“Con la entera convicción de buscar solo y únicamente el bien de su hermano sacerdote, el bien de la comunidad y el bien de la Iglesia. Ni entró y ni fue su intención de crear chisme… La era de encubrir ciertos comportamientos terminó.”, expresa. Aunque la información de lo ocurrido ha sido publicado en distintos medios, debo aclarar para quien no esté al tanto, que la situación no es ningún delito, no es algo criminal que involucre a terceros.
El arzobispo, a mi juicio de manera errada, vá más allá al exponerle y confirmar a la comunidad, con detalles, el asunto personal del sacerdote e indicar que en el pasado lo habían atendido.
Comencemos por lo que indica el azrobispo González Nieves de que la comunicación entre el sacerdote que le escribió y él fue filtrada. El documento es un correo electrónico que tiene de remitente al sacerdote que le escribe y de destinatario al arzobispo. Entiendo que solo ellos dos tenían esa comunicación.
Dice el líder católico que el que le escribió “Ni entró y ni fue su intención de crear chisme…”. De igual forma no creo esa fuera la intención del sacerdote que le escribió. Lo que sí pienso es que el chisme fue la carta dejada a los feligreses y en la que se habló con soltura de la situación de Padre Tito.
“La era de encubrir ciertos comportamientos terminó”, expresa el arzobispo. ¿Debemos creer que la situación personal que pueda tener el Padre Tito es la única que le consta al arzobispo González Nieves de cosas que ocurren en la iglesia? Si hablamos de que se acabó “la era de encubrir ciertos comportamientos” y que ahora tiene que haber transparencia, pues ¿para cuando se entregará a los feligreses a nivel isla una lista de las situaciones con todos los sacerdotes de los que pudiera haber llegado algo a manos del arzobispado? Si “se acabó el encubrimiento” debe ser con todos, no aplicar eso a unos sí y otros no.
Monseñor Roberto González Nieves no es un neófito. Fue nombrado Arzobispo de San Juan en 1999 y como figura pública, ha estado expuesto al manejo de la cosa mediática y la opinón pública en nuestra isla por 26 años. Sabía exactamente dónde iba a terminar su carta a la comunidad: en los medios de comunicación y las redes sociales.
Dios no pone a su hijo en vergüenza. La acción de arzobispo, pienso, se aleja de esa frase. Él sabía lo que estaba haciendo, dónde iba a terminar y lo que iba a provocar. Puede decir que “no era mi intención…”, pero solo él y Dios sabrán qué lo movió a exponer al Padre Tito al escarnio público de algunos sectores. No pareció un acto “con el corazón de padre”.
Ahora bien, quizás usted me pregunte ¿cuál era entonces la manera apropiada de manejarlo?
Empecemos con recalcar que la situación planteada NO ES un delito, no es un acto criminal y en nada se asemeja o se acerca a situaciones que han ocurrido en la iglesia, y que sí fueron encubiertas, a base de los casos que han trascendido. Lo que se ha planteado, que tampoco me consta, se tratra de una situación como la que puede haber en cualquier familia y que no es algo ilegal.
Suponiendo que lo planteado en la carta del sacerdote al arzobispo fuera correcto, en efecto es responsabilidad del arzobispado atenderla y de entender necesario, brindar el espacio al sacerdote para atenderla. Se puede entender que se separe temporeramente de la parroquia en lo que el padre pueda volver. Si la comunicación se filtró, bien podía el arzobispo limitarse a explicar que el Padre Tito estaba atravesando una situación personal, que requiere ayuda, que no estará disponible en la parroquia y que lo pongamos en oración para que se recupere y que regrese lo antes posible. Short & sweet. Creo que la acción del arzobispo, y no puedo adjudicar intención, pero tampoco ingenuidad, rayó en la humillación pública a unos de sus “hijos” y eso no está bien. Se puede reconocer un asunto, atenderlo, dar una explicación sin detalles, porque es un asunto personal, y el que quiera chismear en la comunidad, pues que lo haga dentro del derecho que tiene y que bregue con su conciencia, pero la Iglesia no debe participar, ni en apariencia, de este tipo de humillación a uno de sus guías espirituales.
Al Padre Tito le deseo lo mejor y al igual que la inmensa mayoría en la parroquia, esperamos tenerlo pronto nuevamente en el púlpito guiándonos como nuestro pastor.
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Por Alex Delgado
Periodista y columnista con 25 años de experiencia en los medios de comunicación