
Hace unos días trascendió el pleito donde el Tribunal de Distrito Federal en Puerto Rico determinó que el gobierno local tenía que añadir una opción de “No Binario” en materia de género al certificado de nacimiento, y que para efectos gubernamentales no solo existe hombre y mujer, que el estado está obligado a creer y aceptar que un ser humano es lo que siente, no lo que es por naturaleza.
Dios creó al hombre y la mujer, y así se nace, ¡Punto!
No obstante, vamos a dejar a un lado la parte de la historia bíblica para que algunos no se sientan ofendidos o porque sencillamente no desean reconocerla, con lo que no hay problema porque es su derecho a creer o no creer.
Precisamente se respeta que usted crea o sienta que es mujer siendo hombre o a la inversa. En un ejemplo extremo, una persona puede pasarme por el lado caminando como un perro o un gato, puede hasta ladrar o maullar como uno y si se siente bien así, pues se respeta. A nadie debe importarle si usted se siente bien de esa forma o cualquier otra.
Un certificado de nacimiento certifica quién nació, dónde, quienes son sus padres y si nació como masculino o femenino, de acuerdo a sus genitales. NADIE nace no binario. En ese momento del nacimiento ningún recién nacido está consciente de cómo nació. Dicho certificado no es un documento para expresar cómo usted se siente 20, 30, 40 o 50 años más tarde.
Honestamente veo esta controversia como una mini-batalla más dentro de la lucha de algunos sectores, no solo la comunidad LGBTTQ…, por mantener algo “en el spot”. Suponiendo que esto no se lleve en apelación y que se ejecute la orden del tribunal, no dude que se comience entonces a buscar hasta debajo de las piedras qué otro “derecho” pueden sacar para poder sentir que son una fuerza grande o poderosa. En el caso de otros, sentir que son el Rosa Parks criollo o criolla. No me sorprendería que venga el pleito para obligar al gobierno y al resto de la sociedad a utilizar al final de una palabra la letra “e” para que no les dé angustia o depresión severa a los que no se sienten hombre o mujer. ¡Ah! Y para que los maestros y personal de la escuela sean obligados a usar la letra “e” al final para que alguien no se marchite. ¡Por favor! No se debe llegar a ese nivel de ridiculez, pero bueno, de que alguien pueda hacerlo, pues sí, puede llegar a ese nivel irisorrio.
Y no quiero que me malinterpreten. Hay causas que esta comunidad, y otras, que han levantado como bandera de derechos humanos, y con toda razón. Por ejemplo, cuando lucharon porque una persona fuera incluído en el plan médico de su pareja del mismo sexo. Me pareció una aberración de los sectores conservadores que se opusieron a que un ser humano esté cubierto con un plan de salud solo porque su pareja es del mismo sexo. Eso es tan extremista como el querer atosigar y forzar controversias como lo del no binario o la letra “e”. La controversia sobre el “no binario” en el certificado de nacimiento jamás puede compararse con aquella lucha del plan médico. No creo que el que no se incluya en un certificado de nacimiento un identidad como no binario, le cueste algún derecho humano a alguien que necesite un servicio o que esa ausencia atente contra su vida.
Desde hace unos años corre en el mundo digital la historia de Stanly Thorton, de 43 años y residente de California, quien dice se autopercibe como un niño de 2 añitos. Usa pañales y se le construyó una silla de bebé para comer, así como una cuna que se ajuste a su tamaño. Alegan que es un caso de “transedad” y otros que se puede tratar de algo para llamar la atención. Independientemente de cuál sea el caso, ¿Imaginan un reclamo de que le tienen que dar las ayudas del WIC porque se autopercibe y siente como un bebé? ¡Recuerde! Para estos grupos usted no es lo que es, es lo que se autopercibe. ¡De cuántas cosas, problemas o cargas podríamos librarnos amparándonos en cómo nos autopercibimos!
Nuevamente, el certificado de nacimiento certifica cómo nació una persona y por más que “pataleen” algunos sectores, se nace masculino o femenino.
¿Qué viene después? ¿Obligar a los patronos a poner en la solicitud de empleo un espacio para que usted exprese cómo se siente o no se siente el día que solicita? Digo, el patrono que desee que lo haga. Es un documento de su empresa privada y como tal la maneja. ¿Pero y el que no? ¿A obligarlo? No lo dudaría. Ya intentaron obligar a un repostero cristiano en Estados Unidos a confeccionar un bizcocho para una boda gay. Igual a una fotógrafa cristiana para las fotos de una boda de pareja del mismo sexo. Pleitiraron, y perdieron, alegando que la negación del repostero y la fotógrafa violaba sus derechos. ¿En serio? ¿No sería el del panadero y la fotógrafa los que se hubiesen violado?
Tenían cientos de opciones con otros profesionales dispuestos a hacer el trabajo, pero la intención era, a mi juicio, forzarlos y humillarlos. Sentirse poderosos por la causa. Por eso pienso que en muchos casos la “lucha” es más por una autosatisfacción de sentir poder que por “derechos humanos” o lo que sea. Eso es extremismo y no podemos permitir que el extremismo de ninguna causa, ninguna, se convierta en la norma.
¿Qué más se van a inventar?
Compartir:
Por Alex Delgado
Periodista y columnista con 25 años de experiencia en los medios de comunicación