
La semana pasada hubo movimiento en Washington DC con el tema del estatus, tanto por el ala estadista como el independentista.
Mientras miembros del Partido Nuevo Progresista (PNP), encabezados por la presidenta de la colectividad y gobernadora, Jenniffer González Colón, andaban repartiendo un pergamino con el resultado del plebiscito pasado en favor de la estadidad, trascendió que un grupo de independentistas promovían en la Casa Blanca una orden ejecutiva para que el presidente Donald Trump diera la independencia a la isla con solo un plumazo (firma). Olvídese de incluir al Congreso y sobre todo de la voluntad de los puertorriqueños en la isla. En otras palabras hablan de imponer la independencia a la trágala. Claro, tampoco podemos negar que la realidad es que la única manera de que llegue una independencia a la isla es porque Estados Unidos nos dé la patá. Por voluntad del pueblo dificulto se llegue a esa conclusión de estatus.
Ahora bien, olvidémonos de si es alcanzable esa propuesta. No he escuchado un abogado, fueras de los proponentes, expresar que se puede lograr esa orden ejecutiva. Desde mi punto de vista, esa estrategia, que es totalmente antidemocrática, abona al estigma generalizado de que estos grupos de izquierda, si llegan al poder, serían capaces de gobernar en contra de la voluntad del pueblo sin ningún tipo de problema, algo que critican a lo que llaman “el bipartidismo tradicional”.
Uno cree o no cree en algo. Una persona no puede decir que cree en la voluntad del pueblo un día, y luego decir “bueno, pero en este aspecto específico, la voluntad del pueblo no importa, no vale y debe ser ignorada”, porque sería totalmente contradictorio. Su credibilidad se pone en juego. Claro, eso no creo sea un problema para muchos, especialmete los que profesan la filosofía de que “el fin justifica los medios”.
¿Cómo vamos a confiar en la poesía con la que nos venden las bondades, las bellezas y el paraíso perfecto que sería la independencia si para lograrla violan lo más sagrado de un pueblo: su voluntad?
Pedirle al presidente Trump que declare la independencia de Puerto Rico y que ignore la voluntad del pueblo… ¿no es traición a ese pueblo?
Tuve la oportunidad de preguntarle a uno de los proponentes sobre ese aspecto y el resumen de la respuesta fue que de igual manera Estados Unidos invadió a la isla sin el consentimiento de nadie y que establecían lo que entendían en nuestra tierra sin nuestra voluntad, como con el caso de la imposición de la Ley PROMESA y la Junta de Supervisión Fiscal.
Pero, ¿no llevan los independentistas una vida condenando, precisamente, que Estados Unidos no considere al pueblo en el estatus o en decisiones trascendentales? Entonces, ¿ahora si les es aceptable y apetitoso que se ignore al pueblo?
La solicitud se la hacen a un presidente volátil, que muchas veces es impredecible, que le dá una perreta y saca a pasear el niño engreído que vive en él. El grupo que quiere la independencia a la trágala le pide a Trump que nos dé la patá, pero amortiguaíta con 36 billones de dólares por año en fondos federales y que eso dure 20 años. En otras palabras piden una independencia con mayor cantidad de fondos federales de los que se reciben bajo la colonia, bajo el Estado Libre Asociado.
Yo no dudo que Trump le agrade la idea de salir de Puerto Rico y que sigamos nuestro rumbo, pero también estoy convencido que no es tan tonto como para pensar que debe darle más dinero a una jurisdicción que acusa de robarse el dinero que envían. Incluso, nuestra colonia esta bajo los poderes plenarios de el Congreso de los Estados Unidos, ¿cómo puede un presidente irse por encima del Congreso porque se lo piden 3 o 4, 10, 12 personas?
Supongamos que Trump sí tuviese ese poder y en medio de una perreta dijera “¡Ok chicos!, va la independencia pero sin lo demás que me piden”. Me encantaría escuchar fildeando para atrás al grupo proponente en un escenario así. Gracias a Dios Trump no tiene poder absoluto en todo.
El Partido Independentista Puertorriqueño de inmediato se desligó y se alejó de la propuesta rechazándola, argumentando que cualquier cambio de estatus, tiene que tener al pueblo envuelto. El PIP sabe más por viejo que por diablo, parafraseando un decir. O sea, es una colectividad sabe porque tiene experiencia, que ha dado y cogido golpes por cas 80 años, saben como se bate el cobre.
Dentro del sector independentista está el PIP y los que juran que saben más o son más
astutos que esa institución. Pasó con el MVC en las pasadas elecciones. Ahí está el PIP vivito, coleando y logrando una segunda posición en la candidatura a la gobernación, mientras que el liderato del MVC desapareció y raras veces asoma la cabeza. Este grupo de proponentes de la “independencia a la trágala” pueden entender que son eruditos, intelectuales, pero solo demostraron que podrán serlo en una buena charla con un buen vino, cigarro y el mejor de los quesos, porque con esta propuesta se quemaron.
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Por Alex Delgado
Periodista y columnista con 25 años de experiencia en los medios de comunicación