Columna

Inmigración, compasión y la peligrosa manipulación del dolor

“Utilizar a una población vulnerable como rehén político es un acto de cobardía”

Keren Riquelme
Por Keren Riquelme 11 de junio de 2025 • 11:34 a. m. AST
3 minutos
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La inmigración en Puerto Rico tiene muchas historias y tiene muchas caras, la mayoría de dolor pero también de esperanza y lucha, de quienes vienen en busca de un futuro mejor. Es cierto que en Puerto Rico existen muchas nacionalidades que han hecho de nuestra isla su hogar, no solo aportando al crecimiento económico sino también haciendo de nuestra isla el hogar para sus futuras generaciones. No podemos pasar inadvertido que entre los que se han destacado, desde el silencio y el trabajo, están los inmigrantes dominicanos. Las manos de mujeres dominicanas han cuidado de nuestros ancianos, en las manos de hombres dominicanos está la huella de haber ayudado a levantar a Puerto Rico en la construcción, las manos de jóvenes dominicanos han servido mesas, limpiado hogares y criado generaciones de niños puertorriqueños. Le debemos no solo cariño como vecinos caribeños sino también agradecimiento por lo que han aportado.

Sin embargo, lejos del reconocimiento, hay quienes han querido convertirlos en rehenes dentro de la arena política puertorriqueña en un movimiento frío sin que medie la empatía cuando de establecer culpas se trata. La humanidad de los dominicanos no se mide por quien tiene la razón ni quien los ayudó en el pasado, se mide en reconocer que sus causas van más allá de otorgar una licencia de conducir o de reclamar que se levante la voz en las calles.

El reciente debate público en torno a las detenciones de inmigrantes indocumentados, pasa por alto lo que no debemos obviar, y esto es que hay una comunidad dominicana que hay que ayudar a resolver su situación migratoria y no a mirarlos de lejos y pensar que se cumplió con ellos porque los “defendimos” en el pasado.  Una defensa justa sería no solo reconocer el sacrificio diario que hacen para sostener a sus familias aquí y allá pero haberlos ayudado a tiempo a poder legalizar su situación sin la necesidad de exponerlos. Ahora son muchos los que viven al margen, con miedo a ser deportados porque a su tiempo no se ayudaron como era debido. Pero cuando en los discursos políticos se decide usar ese miedo y la necesidad como un balón de juego, es cuando se pierde la compasióny se pierde la justicia.

Lo que debe ser una conversación seria sobre derechos humanos y dignidad humana, se convierte en un espectáculo. Algunos sectores, que anteriormente criticaban la inmigración son ahora los que piden que se proteste, pero sin acciones concretas de ayuda ¿Por qué? Porque les conviene sembrar caos. Porque en el caos, algunos creen que obtendrán el poder.

No se trata de negar que el tema migratorio en Puerto Rico como jurisdicción de los Estados Unidos, tiene complejidades legales, económicas y sociales. Puerto Ricotiene que actuar  dentro de ese marco de derecho de una manera responsable. Pero también es cierto que quienes hoy alzan la voz no están movidos por la justicia ni por la búsqueda de soluciones humanas. Están movidos por la oportunidad de desestabilizar, de dividir, de crear el tipo de crisis que fortalece  aspiraciones de avances político-partidistas.

Utilizar a una población vulnerable como rehén político es un acto de cobardía.

El llamado debe ser claro: sí, a una política migratoria responsable, pero también profundamente humana. Sí, a establecer controles razonables, pero también a reconocer el aporte real y constante de quienes, aun sin papeles, ya son parte de nuestro tejido social. Y no, no a quienes quieren incendiar a Puerto Rico para luego bailar sobre sus cenizas.

Puerto Rico merece políticas públicas que equilibren la ley con la compasión. 

Es momento de mirar de frente a una situación migratoria, no con cinismo ni con miedo, sino con la valentía moral que exige ponerse en los zapatos del otro desde un balance legal pero a la vez compasivo.

KR

Por Keren Riquelme

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