Juzgar desde afuera, servir desde adentro
“La llegada al servicio público puede ser abrumadora y frustrante cuando estos descubren una dura realidad… “


Las redes sociales y el fácil acceso a la información han llevado a muchos a emitir ideas y críticas sobre el quehacer gubernamental. Como en toda conversación pública, la diversidad de opiniones nutre el razonamiento colectivo sobre asuntos que afectan a todos los ciudadanos en Puerto Rico.
Sin embargo, más allá de la charla cotidiana, si de verdad aspiramos a implementar ideas que produzcan resultados viables, debemos conocer y estudiar cada tema a fondo. A veces, ni siquiera eso basta para dirigir una entidad gubernamental y alcanzar soluciones prácticas que puedan ejecutarse con eficacia.
Pensemos en el baloncesto: desde las gradas criticamos al jugador que falló un tiro o un donqueo. La pregunta es: si yo estuviera en la cancha, ¿podría donquear o, al menos, tocar el tablero? Esa analogía aplica al escenario gubernamental. Trabajar en el Gobierno y lograr que funcione requiere un alto grado de conocimientos y destrezas frente a un océano de normas, regulaciones y burocracia.
Con frecuencia, el servicio público es como caminar sobre una cuerda floja tendida sobre un precipicio: los recursos son extremadamente limitados y se nada contra una cultura organizacional que no quiere cambiar. El uso y costumbre de los empleados, la sobrerregulación y la falta de empatía hacia el ciudadano o el Gobierno actúan como arenas movedizas: causando que mientras más te mueves, más te hundes. Esto sin contar que, de repente, eres figura pública y todo puede ser utilizado en tu contra.
Aun así, esta tarea no es imposible, la experiencia previa en el servicio público, el conocimiento de primera mano de la operación y la cultura gubernamental, el enfoque en el trabajo sin distracciones —pese a críticas infundadas— y el amor genuino por servir son ingredientes indispensables para lograr cambios a nivel del Gobierno. Todo ello exige sacrificios familiares y personales que, lamentablemente, casi nadie ve ni valora.
Ciertamente, no es tarea fácil y es mucho más compleja de lo que puede percibirse en las redes sociales, la televisión o al leer un periódico. La llegada al servicio público puede ser abrumadora y frustrante cuando estos descubren una dura realidad… “no es lo mismo jugar el juego, que criticarlo desde las gradas…”