La encrucijada americana
“Mientras el poder se celebre en desfiles pero se ignore en las calles, la polarización no hará más que profundizarse“

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El pasado fin de semana marcó una jornada de contrastes en los Estados Unidos. Mientras en Washington, D.C. se llevó a cabo una imponente parada militar en conmemoración del 250.º aniversario del Ejército estadounidense, miles de ciudadanos se manifestaron en más de dos mil ciudades en contra de las políticas del Presidente Donald J. Trump. Ambos eventos reflejan la profunda división política y social que atraviesa el país.
Por un lado, la parada militar constituyó un despliegue sin precedentes en la capital: aproximadamente 6,600 soldados, cerca de 200 vehículos, tanques y aeronaves, y entre otros elementos bélicos. El evento cerró con fuegos artificiales y un discurso del presidente Trump, donde alabó la fuerza y poderío militar de la nación americana. El costo, estimado entre 25 y 45 millones de dólares, generó críticas por el uso de fondos públicos y la intención política del evento.
Mientras tanto, las calles de la nación se llenaron de voces de protesta. Convocadas bajo el lema “No Kings” (No Reyes), en alusión a la figura de Trump, las movilizaciones contaron con la participación masiva de ciudadanos en rechazo a la actual administración en Casa Blanca, sus políticas migratorias y su constante desafío al poder legislativo, al judicial y a los principios fundamentales de la Constitución. En Nueva York, unas 50,000 personas marcharon desde la 5ta Avenida, hasta el Madison Square Park. En Houston, unas 15,000 personas marcharon hasta la alcaldía de la ciudad. Y en San Francisco, las calles desde Dolores Park hasta el Civic Center se abarrotaron con al menos 50,000 manifestantes, con algunas fuentes estimando hasta 100,000 personas manifestándose en todo el estado.
El gobernador de California, Gavin Newsom, quien ha sido uno de los principales críticos del presidente, expresó su respaldo a los manifestantes y condenó los excesos de la administración Trump. Newsom reafirmó su compromiso con los derechos civiles, asegurando que California no permitirá que el autoritarismo se normalice.
Todo este escenario refleja la tensión profunda de una nación dividida entre el orgullo por su tradición militar y sus símbolos patrios, y el temor a que ese mismo poder se convierta en un instrumento de represión contra sus propios ciudadanos cuando las instituciones son mal dirigidas. Lo sucedido este fin de semana nos obliga a reflexionar sobre el rumbo de la nación que profesa los principios de libertad y justicia para todos.
La democracia estadounidense no puede sostenerse únicamente en la fuerza de sus instituciones. Su verdadera fortaleza radica en la capacidad de escuchar, proteger y respetar la vida y los derechos de sus ciudadanos: esos que se levantan cada día, que trabajan, educan, crean, cuidan y aportan desde todos los ámbitos de nuestra sociedad, construyendo una nación mejor para todos. Mientras el poder se celebre en desfiles pero se ignore en las calles, la polarización no hará más que profundizarse.
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Por Aurelio Agelviz
Presidente de la Juventud Demócrata en Puerto Rico