Poner orden en una corporación pública no es tarea fácil. Este es un ejercicio que requiere determinación, transparencia y la capacidad de desafiar inercias y resistencias que, muchas veces, responden a intereses que poco tienen que ver con el bien público.
Desde su llegada a la Autoridad de Puertos de Puerto Rico, el director ejecutivo Norberto Negrón Díaz, ha demostrado precisamente eso: voluntad de poner la casa en orden. Lejos de conformarse con la apariencia superficial de normalidad, Negrón Díaz se adentró en los procesos internos de la agencia y encontró lo que muchos prefieren ignorar: desorden administrativo, concesionarios sin contratos vigentes, y áreas críticas como Finanzas y Facturación abandonadas a su suerte.
Su respuesta no ha sido la de mirar hacia otro lado. Ha sido actuar. Emitió una solicitud de propuestas para tasar propiedades, inició renegociaciones de contratos en aviación conforme a precios de mercado y comenzó a reestructurar el área de finanzas para mejorar la captación de ingresos propios, reduciendo la dependencia de fondos federales. Todo esto en cumplimiento con la política pública de la Gobernadora Jenniffer González Colón: lograr que nuestras agencias sean más autosuficientes, más eficientes y responsables.
En el área de los muelles de cruceros, Negrón Díaz enfrentó situaciones críticas como la falta de supervisión en el cumplimiento contractual de la privatizadora San Juan Cruise Port, y el cierre del muelle 3 oeste tras un accidente marítimo. La acción fue inmediata: convocó a las partes pertinentes, incluyendo a la Guardia Costera y la Autoridad para las Alianzas Público Privadas, estableciendo planes concretos para reabrir operaciones de manera segura y acelerar la reconstrucción de infraestructuras clave.
Ante este despliegue de liderazgo y responsabilidad, algunas voces han intentado empañar su gestión con epítetos y descalificaciones personales. No es la primera vez que quienes se benefician del desorden ven con incomodidad los esfuerzos de quienes buscan imponer transparencia y orden. Cada señalamiento superficial revela más sobre los intereses de quienes los emiten que sobre el carácter o la gestión del funcionario en cuestión.
Las opiniones son libres, pero los hechos son sagrados. Y los hechos hablan por sí solos: quien desee verificar la situación en la Autoridad de Puertos, tiene toda la libertad de hacerlo. Los documentos, las acciones y los resultados están ahí para ser examinados con seriedad por quien realmente quiera conocer la verdad.
La transformación de la Autoridad de Puertos no será un proceso fácil ni inmediato. Corregir años de malas prácticas y negligencias requiere decisiones valientes que inevitablemente provocan incomodidad entre quienes prefieren que todo permanezca como está. Sin embargo, Puerto Rico no puede darse el lujo de seguir administrando sus recursos públicos desde la complacencia.
Hoy, lo que Norberto Negrón representa es un compromiso claro con la buena administración pública: hacer lo correcto, aunque resulte incómodo para algunos. Su gestión no se mide por los titulares de un día ni por las críticas de quienes prefieren preservar viejos privilegios. Se medirá por los resultados: una Autoridad de Puertos más fuerte, ordenada y con una visión clara hacia el futuro.
Y esa es, al final del día, la transformación que Puerto Rico necesita y merece.