Puerto Rico merece más que promesas
“No hay excusa para seguir postergando el futuro de nuestra patria. El momento de actuar es ahora“


El 25 de julio de 1952 marcó la creación del Estado Libre Asociado, un proyecto político que en su momento fue presentado como un avance. Pero hoy, más de 70 años después, ya no hay forma seria de defender el ELA como una fórmula de verdadera soberanía. Desde sus orígenes, el propio Luis Muñoz Marín -uno de sus arquitectos- reconocía que el ELA tenía defectos coloniales. La historia le dio la razón. La experiencia le dio la razón. Y el tiempo, sin duda, le dio la razón.
El Estado Libre Asociado no es más que un andamiaje colonial disfrazado de “autonomía”. Su marco legal nos deja subordinados al poder absoluto del Congreso de los Estados Unidos. No somos iguales ante la ley. No tenemos representación con voto en Washington. No tenemos la protección plena de la Constitución. No decidimos nuestro destino. Esa es la realidad.
El Tribunal Supremo federal lo ha confirmado en múltiples decisiones recientes: Puerto Rico no es soberano, y el ELA no altera la autoridad plenaria del Congreso. Por más que algunos intenten defenderlo como una opción digna, la verdad es que el ELA es una mentira institucional que perpetúa el trato desigual a los ciudadanos americanos que vivimos en Puerto Rico.
A pesar de esto, el Congreso ha sido renuente a actuar con determinación. El 15 de diciembre de 2022, la Cámara de Representantes aprobó el Puerto Rico Status Act, que contemplaba la celebración de un plebiscito vinculante con tres opciones no coloniales ni territoriales: estadidad, independencia o soberanía en libre asociación. Este proyecto representaba un compromiso real con la autodeterminación del pueblo puertorriqueño.
A nivel local, el pueblo ha hablado claro. En el plebiscito del 3 de noviembre de 2020, la mayoría votó “Sí” a la estadidad. Fue una pregunta directa, sin ambigüedades. Y en el plebiscito del 5 de noviembre de 2024, los electores nuevamente favorecieron la estadidad entre las tres opciones no coloniales. Dos consultas, dos victorias claras para la igualdad. Pero ninguna ha sido vinculante.
Cada vez que se ignora la voluntad del pueblo puertorriqueño, se socava la democracia. Cada vez que el Congreso se queda de brazos cruzados, se perpetúa la desigualdad. Y cada vez que se insiste en defender el ELA como una opción válida, se le da la espalda a nuestra dignidad como ciudadanos.
El Estado Libre Asociado no solo está agotado: es un obstáculo para la justicia política, para el desarrollo económico y para la estabilidad de Puerto Rico. Ya no es opción. Es como un ancla. Es estancamiento. Es una colonia.
Puerto Rico no necesita más discursos, ni promesas vacías. Puerto Rico merece un proceso justo, claro y vinculante para resolver de forma definitiva su estatus político. El momento de actuar es ahora. El ELA ya no es una opción viable; es parte del problema. La dignidad de un pueblo no debe seguir postergada por la indiferencia institucional, ni por el acomodo político. No hay excusa para seguir postergando el futuro de nuestra patria. El momento de actuar es ahora.
Puerto Rico merece más. Merece decidir.


