Un 25 de julio sin el ELA
“Ese día se acerca. Porque la historia siempre se mueve en dirección a la igualdad“


El 25 de julio se conmemora la firma de la Constitución, que dio forma al contrato social que hoy llamamos 'Gobierno del Estado Libre Asociado de Puerto Rico'. Un documento que representó, en su momento, un avance en la organización política y administrativa de la isla, mas no alteró la realidad persistente de nuestra relación con los Estados Unidos: la condición colonial.
El ELA, lejos de ser un pacto bilateral, ha sido definido por el propio Tribunal Supremo federal como un estatus territorial sujeto al poder absoluto del Congreso bajo la Cláusula Territorial de la Constitución de los Estados Unidos. En otras palabras, Puerto Rico no tiene soberanía propia ni garantías plenas de autogobierno.
Las limitaciones del mal llamado 'Estado Libre Asociado', que ni convierte a Puerto Rico en un Estado, ni lo hace un país libre e independiente, ni se basa en una asociación voluntaria, se sienten en la vida diaria del puertorriqueño: la falta de representación con voto en el Congreso, la imposibilidad de votar por el Presidente, la desigualdad en fondos federales para programas vitales como Medicaid, el Seguro Social Suplementario (SSI), y Medicare. Se siente, sobre todo, en la imposición de entes como la Junta de Supervisión Fiscal, que actúa por encima de nuestras instituciones electas democráticamente.
No es casualidad que la inmensa mayoría del pueblo puertorriqueño haya rechazado el ELA en los últimos dos plebiscitos. En noviembre de 2020, un 52.52% votó por la estadidad. En noviembre de 2024, ese respaldo creció a un 58.6% frente a las opciones de libre asociación e independencia. Puerto Rico ha hablado alto y claro: quiere igualdad, quiere estabilidad, quiere un futuro digno como estado de la nación americana.
Es hora de vivir un 25 de julio distinto. Un 25 de julio sin el ELA. Un día en que, en lugar de conmemorar un estatus que ya no representa la voluntad del pueblo, celebremos el nacimiento de un nuevo estado puertorriqueño. Uno donde la voz del boricua se escuche y se haga valer, en la misma mesa junto a nuestros conciudadanos de los otros 50 estados. Uno donde la promesa de libertad, igualdad y justicia llegue también a nuestra isla.
Ese día se acerca. Porque la historia siempre se mueve en dirección a la igualdad. Y Puerto Rico, tarde o temprano, dejará de ser el asunto inconcluso de la democracia americana para convertirse, finalmente, en parte plena de la nación a la que tanto ha dado. Ese día, el himno sonará distinto, los colores de la bandera brillarán con más fuerza, y podremos decir con certeza: Puerto Rico es libre porque es igual.