
Durante la creación del Estado Libre Asociado y en los años posteriores a la Segunda Guerra Mundial, el gobierno de Puerto Rico asumió un rol casi absoluto en el desarrollo económico y social de la isla. En ausencia de un sector privado robusto, la administración de Luis Muñoz Marín tuvo que convertirse en todo y asumir los roles de empleador, desarrollador, proveedor de servicios e incluso guía de vida para el ciudadano común. Fue una etapa en la que el gobierno debía hacerlo todo, porque literalmente no había quién más lo hiciera.
Se crearon instituciones como la Compañía de Fomento Industrial, para atraer fábricas; la Administración de Vivienda Pública, para construir residencias obreras; y la Autoridad de Tierras, para distribuir terrenos agrícolas. Pero también surgieron estructuras como DIVEDCO, que producía películas para enseñar a la gente a cepillarse los dientes, hervir agua o criar gallinas. El gobierno enseñaba a sembrar en el patio, a cuidar a los niños, a mantener limpia la casa.
Ese modelo, que fue útil y hasta visionario en su momento, hoy sería visto como inapropiado o incluso ridículo. ¿Imaginamos al gobierno actual produciendo manuales para enseñar a lavar ropa, a preparar arroz blanco o a hervir leche? ¿Organizando brigadas para instruir sobre cómo poner una bombilla o usar un cepillo de dientes?
No se trata de burlarse del pasado, sino de entender que el modelo de Estado total fue una respuesta válida a una realidad que ya no existe. Hoy, ese enfoque no solo es innecesario, es contraproducente. Puerto Rico no necesita un gobierno que lo haga todo. Necesita un gobierno que facilite que todo se haga mejor.
Eso es precisamente lo que ha comenzado a implementar la gobernadora Jenniffer González Colón. Su visión se basa en reenfocar el aparato público hacia la coordinación, la desregulación inteligente y el impulso a la empresa privada como motor de desarrollo. No se trata de abandonar responsabilidades, sino de ejercerlas con madurez institucional y sentido práctico.
Agencias como la Autoridad de Edificios Públicos han asumido un rol estratégico, ya no construyendirectamente, sino que administran, habilitan y maximizan recursos existentes. La Compañía de Turismo impulsa el desarrollo mediante alianzas, incentivos y promoción; no administra hoteles ni organiza excursiones. Por su parte, la Comisión de Juego no opera, pero sí regula, fiscaliza e impulsa nuevas industrias con orden y transparencia.
El gobierno ya no es el carpintero que clava ni el jardinero que siembra. Es el arquitecto que diseña. Tampoco es el músico que toca cada instrumento, sino el director de orquesta que hace posible la armonía.
A nosotros como sociedad, también nos toca madurar. Nuestros líderes ya entendieron el cambio. Ahora nos toca a nosotros entender que el gobierno no está ahí para resolverlo todo como cuando éramos niños. Por décadas lo tratamos como ese padre que resuelve, protege y sustituye. Pero ya crecimos ycomo ocurre en toda familia, llega el momento en que los hijos deben asumir sus responsabilidades, mientras los padres orientan, pero no cargan.
Ya no necesitamos un gobierno que lo haga todo. Necesitamos un gobierno que confíe en que el pueblo puede hacerlo mejor.