Cuando gobernar es más importante que figurar
“La diferencia de opiniones fortalece la gestión, cuando se pone al servicio del bien común”


En el servicio público, como en la vida, hay momentos que revelan con claridad quién está aquí para construir y quién simplemente quiere brillar. En este nuevo capítulo de nuestra historia política, encabezado por la Gobernadora Jenniffer González Colón, se ha trazado una línea firme entre gobernar con propósito y figurar por conveniencia. Esa línea no admite zonas grises.
Desde el primer día, la administración ha puesto en marcha una agenda clara. Entre sus prioridades se encuentra encaminar las obras detenidas, responder a los problemas concretos de la gente, y reordenar el aparato gubernamental con eficiencia y disciplina. Los resultados empiezan a sentirse en áreas como vivienda, permisos, seguridad, infraestructura y desarrollo económico. Todo esto se ha logrado en menos de un año, sin ruidos innecesarios, sin egos desbordados y sin distracciones mediáticas.
Como es costumbre en la vida pública, cuando las cosas empiezan a marchar bien, siempre aparecen los que prefieren el caos. Son los que ven en el progreso una amenaza a sus aspiraciones personales. Incapaces de insertarse en un proyecto común, optan por la intriga, el rumor y la crítica vacía. Se resisten a aceptar que esta administración ha escogido gobernar con firmeza en lugar de complacer caprichos.
En el Partido Nuevo Progresista y en el gobierno de Jenniffer González, hay espacio para el trabajo en equipo, las aportaciones y la discusión de ideas. La colaboración no significa uniformidad. El disenso no es traición. Como en cualquier estructura de gobierno bien diseñada, existen roces, diferencias de criterio y debates internos, pero eso no implica chismes, ni conspiraciones, ni rupturas. Es, simplemente, el funcionamiento natural de una administración madura, democrática y centrada en resultados.
Muy distinto es el modelo de quienes no toleran ni la más mínima desviación de su línea. Ahí está el ejemplo reciente del presidente del Partido Popular Democrático, quien con actitud más infantil que institucional, amenazó a los legisladores de su delegación al expresar que todo aquel que votara a favor de ciertos nombramientos perdería su confianza. Esa es la política de la presión, del miedo, de los vetos personales disfrazados de disciplina partidaria. Esa es la política del “niño Pablo”, como muchos ya lo llaman.
El liderato legislativo del PNP ha dado muestras claras de madurez. Tanto el presidente de la Cámara, Carlos “Johnny” Méndez, como el presidente del Senado, Thomas Rivera Schatz, han demostrado que están comprometidos con una gestión seria, institucional y colaborativa. En lugar de alimentar divisiones, han apostado a la coordinación y al trabajo conjunto. Ambos conscientes de que lo que está en juego es el bienestar de todos los ciudadanos americanos que residimos en Puerto Rico.
Jenniffer González Colón no llegó a improvisar. Llegó a gobernar. Quienes decidimos acompañarla en ese camino lo hicimos por convicción, no por ambición. El momento exige madurez, responsabilidad y carácter. No hay tiempo para distracciones internas. No hay espacio para la mezquindad. No debe haber tolerancia para quienes pretenden obstaculizar lo que, por fin, empieza a caminar.
La política no puede seguir girando en torno a los que más gritan, sino en torno a los que más cumplen. Este gobierno no está hecho para alimentar egos. Está hecho para transformar realidades.