Trump lanza estrategia para retomar control de América y cerrar paso a Rusia y China
El nuevo marco estratégico redefine el papel de Estados Unidos en América Latina, con énfasis en frenar influencias extranjeras y reforzar su dominio económico, diplomático y militar


El presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, presentó su nueva Estrategia de Seguridad Nacional (NSS, por sus siglas en inglés), en la que establece un giro contundente hacia el Hemisferio Occidental mediante la creación de la llamada “Trump Corollary to the Monroe Doctrine”. El documento plantea que, tras años de “negligencia”, Washington retomará un rol dominante en la región para contrarrestar la presencia de actores extrarregionales, reforzar alianzas y proteger intereses estratégicos.
Según la estrategia, la prioridad estadounidense será “alistarse y expandirse”. Bajo este enfoque, Estados Unidos buscará fortalecer a países aliados para controlar la migración, neutralizar carteles de droga, estabilizar economías locales y reactivar la manufactura en la región. La política parte de la premisa de que la seguridad y prosperidad estadounidense dependen de un hemisferio estable, alineado con los principios de Washington y protegido contra la influencia de potencias como China y Rusia.
El documento indica que Estados Unidos reconsiderará su presencia militar en el Hemisferio, con un reajuste de operaciones para atender amenazas urgentes y reforzar la vigilancia en rutas marítimas críticas. Esta revisión incluirá un rol más activo de la Guardia Costera y la Marina para detener el flujo de migración irregular y el tráfico de drogas, además de incrementar el acceso a puertos estratégicos cuando sea necesario. También se contempla el uso de fuerza letal en escenarios donde la seguridad nacional esté amenazada, particularmente en el combate a organizaciones criminales.
En el plano económico, la estrategia propone una diplomacia comercial más agresiva, utilizando tarifas, acuerdos recíprocos y programas federales de financiamiento para incentivar a los países latinoamericanos a preferir tecnología, servicios e infraestructura estadounidense sobre alternativas de bajo costo provenientes de otras potencias. El texto señala que muchos gobiernos de la región no están alineados ideológicamente con estos competidores, sino que recurren a ellos por razones económicas, algo que Washington busca revertir exhibiendo los “costos ocultos” de estas asistencias, como riesgos en ciberseguridad y prácticas de endeudamiento.
La NSS también ordena a todas las embajadas estadounidenses en la región identificar oportunidades comerciales y de inversión para empresas norteamericanas, posicionando al sector privado como un pilar clave en la expansión de la influencia económica de Washington. Agencias federales como el Departamento de Estado, el Departamento de Energía, la Corporación de Financiamiento del Desarrollo Internacional y el Ex-Im Bank deberán coordinar esfuerzos para impulsar infraestructura energética, telecomunicaciones seguras, minerales críticos y otros sectores estratégicos.
Otro componente medular es el fortalecimiento de cadenas de suministro en el Hemisferio para reducir dependencias externas. La estrategia asegura que una región económicamente más fuerte y políticamente alineada con Estados Unidos crea un mercado más atractivo para la inversión y, a su vez, dificulta la penetración de potencias rivales. A la vez, el documento insta a que toda asistencia estadounidense esté condicionada al desmantelamiento de influencias extranjeras en áreas críticas como puertos, telecomunicaciones, energía e instalaciones militares.
El informe reconoce que algunas influencias extranjeras serán difíciles de revertir, pero plantea que Estados Unidos debe ejercer presión constante, ofrecer alternativas económicas sólidas y agilizar la aprobación de exportaciones y licencias para convertirse en el “socio preferido” de la región. La meta, apunta la NSS, es que los países del Hemisferio elijan entre un orden internacional liderado por Estados Unidos o uno moldeado por actores que buscan expandir su presencia al otro lado del mundo.
La estrategia concluye que el éxito de esta nueva doctrina exige una coordinación estrecha entre el Gobierno federal y el sector privado, así como una clara misión para todos los funcionarios estadounidenses: promover la seguridad continental mientras se impulsa la competitividad de las empresas estadounidenses en la región. En suma, la Administración apuesta a reinstalar la primacía de Estados Unidos en el Hemisferio Occidental como factor indispensable para su seguridad nacional en las próximas décadas.






