
En Puerto Rico hemos normalizado la idea de que con conexiones en el gobierno puede administrar una agencia pública. Pero administrar o dirigir no es improvisar, y el país ya no puede darse el lujo de dejar su dirección en manos de quienes no conocen de administración pública.
La gestión pública moderna exige conocimiento técnico, experiencia práctica y compromiso ético. No se trata solo de querer servir, sino de saber cómo hacerlo. Sin embargo, las decisiones más importantes del país siguen, en muchos casos, en manos de personas sin formación en administración pública, lo que resulta en estructuras ineficientes, despilfarro de fondos públicos y desconfianza generalizada en las instituciones.
Los resultados están a la vista: proyectos inconclusos, programas sociales sin impacto, y una administración gubernamental que muchas veces reacciona, en lugar de planificar. Mientras tanto, cientos de profesionales preparados en administración pública —formados en políticas públicas, manejo presupuestario, evaluación de programas y liderazgo organizacional— permanecen fuera de los espacios donde más se les necesita.
Un ejemplo de este potencial desaprovechado es la labor de la Escuela Graduada de Administración Pública Roberto Sanchez Vilella (EGAP) de la Universidad de Puerto Rico. Desde su fundación hace 80 años, la EGAP ha sido la principal institución formadora de expertos en gestión pública en la isla. Sus egresados han ocupado posiciones clave en agencias locales y federales, organismos internacionales, y en organizaciones sin fines de lucro. Su formación combina teoría y práctica, y responde directamente a las necesidades del servicio público en Puerto Rico. Este modelo de escuela ha sido emulado con éxito por universidades privadas, lo que permite tener en Puerto Rico oferta suficiente para los que deseen prepararse en estas materias y contar con suficientes egresados para que el gobierno aproveche sus conocimientos.
Es hora de exigir un cambio. No se trata de excluir a nadie, sino de colocar en posiciones clave a personas que realmente entienden la complejidad del servicio público. La administración del gobierno no puede continuar siendo el experimento de turno.
Puerto Rico necesita con urgencia una nueva generación de servidores públicos capacitados. Necesita un gobierno que funcione, que planifique a largo plazo, que sepa medir resultados y que actúe con transparencia. Y para lograrlo, se debe profesionalizar la gestión pública y exigir preparación formal para liderar nuestras instituciones.
Las buenas intenciones no bastan. Nuestro futuro depende de decisiones bien tomadas y bien ejecutadas. Para eso, necesitamos expertos. Necesitamos profesionales. Necesitamos una administración pública con rostro competente y visión de país.
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Por Ramón Torres
Representante por acumulación del Partido Popular Democrático