La arquitecta de la nueva zapata universitaria

Los cambios serán dolorosos. Pero no hacerlos sería condenar a la Universidad de Puerto Rico al olvido

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La arquitecta de la nueva zapata universitaria

Foto: Suministrada

Foto del autor: Obed Rojas
Por Obed Rojas2 de julio de 2025 • 9:45 a. m. AST

En días recientes, la Dra. Zayira Jordán fue designada presidenta del sistema universitario de la Universidad de Puerto Rico. Hereda una estructura desgastada, anclada a un modelo del siglo pasado, con once recintos dispersos en una isla que enfrenta una marcada disminución demográfica. Mientras tanto, las carreras cortas y los programas técnicos ganan terreno como la opción preferida para miles de estudiantes de escuela superior.

Puerto Rico sufre de un mal social profundo, la negación de la realidad. Se protege con vehemencia lo simbólico, aunque esté en estado agónico. Insistimos en mantener instituciones inviables bajo la ilusión del "status quo", más por complacencia con los medios de comunicación y por presiones de sectores vocales, que por una estrategia sensata para el futuro.

La Dra. Jordán enfrenta ahora la titánica tarea de domar un monstruo de once cabezas, de las cuales al menos cinco exhiben signos clínicos de colapso, baja matrícula, programas irrelevantes, y una desconexión total con la economía y las necesidades del siglo XXI.

Su misión, si aspira a dejar un legado real, no puede limitarse a la mera administración de lo existente. Tiene que diseñar con valentía y visión una nueva zapata para un sistema universitario público moderno y sostenible. Eso incluye repensar el mapa universitario, consolidar recintos, fortalecer programas solamente en inglés, y transformar la UPR en un centro de excelencia en investigación, con programas competitivos que atraigan fondos federales y estudiantes del exterior.

Igualmente urgente es la construcción de un programa sólido de exalumnos, como lo han hecho con éxito otras universidades públicas en Estados Unidos. Solo así podrá nutrirse de una base sólida de donantes y aliados, más allá de las asignaciones presupuestarias del gobierno.

Si la Dra. Jordán se limita a patear la lata, el que venga detrás recibirá un sistema universitario con diagnóstico terminal. Pero si opta por enfrentar los retos con determinación, podrá ser recordada como la mujer que, en vez de maquillar ruinas, diseñó la reconstrucción.

Los cambios serán dolorosos. Pero no hacerlos sería condenar a la Universidad de Puerto Rico al olvido. Hoy más que nunca, la institución necesita menos nostalgia y más arquitectura estratégica.

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